Esta entrada tiene mucho de la serie Momentos y personajes, porque de un gran personaje calañés se trata. Pero también tiene muchísimo de la serie Los Fandangos, de ahí el título de la misma.
DE MI MEMORIA, ALGUNOS APUNTES
Hablar de Gonzalo Clavero en Calañas es como hablar del Papa en Roma.
Todo el mundo sabe quién es. Todo el mundo conoce su espíritu de superación y todo el mundo te puede contar de su forma de luchar en la vida contra la adversidad de una enfermedad que no le impidió crearse un porvenir, formar una familia y dedicarse a lo que más le ha gustado en el mundo, el flamenco. Tampoco le impidió practicar la caza de pajarillos de reclamo con liria (liga) y red, pero este es otro cantar.
Arbolete con reclamo. Nuestros arboletes eran más tupidos y con más ramas y los solíamos "plantar" en cercados sin sembrar. Alguno de nosotros usábamos canutos de ramas de sauco para unir la vareta a la ramilla del arbolete. (Foto de la Guardia Civil)
Aclaremos que, salvo la satisfacción del deber cumplido y salvo quizás en sus primeros años, que ganaba unas perrillas con sus clases de guitarra o en la etapa en que fue monitor durante doce años de la Escuela de Guitarra en el Ayuntamiento de Huelva, nunca obtuvo beneficio dinerario alguno.
Después de esos años, todas las intervenciones en los muchos sitios en los que lo llamaban para actuar, todas sus lecciones de guitarra y todas sus lecciones de cante fueron gratuitas y nunca quiso ningún reconocimiento.
La honestidad hecha persona. Ya podrían seguir su ejemplo, aunque fuera mínimamente, algunos de los que vienen atribuyéndose ser figura del flamenco.
Él consiguió ser funcionario de carrera a base de esfuerzo y de sacarse una oposición después de terminar su bachiller (le daba clases Manolo Vélez y Gonzalo le enseñaba a tocar la guitarra, luego fueron concuñados) y la Diplomatura de Graduado Social por la Universidad de Granada.
Tengo la suerte de mantener una excelente relación de amistad con Gonzalo desde hace ya muchos años, y casi todo viene por nuestra afición común al flamenco. El me llama “mi hermano en el flamenco”. Así me lo dice en la dedicatoria de su libro “Lírica Flamenca”.
Portada del libro y su dedicatoria para mí en la contraportada (Archivo del autor)
Los primeros recuerdos que mantengo de Gonzalo se pierden en el tiempo.
Ya de chaval, lo recuerdo yendo dos días a la semana a casa de mi prima, Juanita Núñez, a darle algunas nociones de guitarra. Aquello duró lo que le duró la fiebre guitarrera a mi prima. Posteriormente, también le enseñó algo de guitarra a mi hermano Rodrigo. Este aprendió un poco más y es capaz de acompañar fandangos y sevillanas.
Ya un poco más mayor, yo 17 años y Gonzalo
tendría 23 o 24, uno de los años en que repetía su visita aquella francesa,
Jacqueline creo que se llamaba y que casi se hace calañesa, en un Domingo de
Procesión (abril del 64) ya por la tarde, recuerdo a Gonzalo, que estaba en la Plaza con una
guitarra, sentado pegado a la pared del Hogar, justo al lado de la escalera de subida al salón de arriba.
Estábamos un grupo en casa de Reposo, donde se alojaba la francesa, deleitándola, es un decir, con un rosario de fandangos y sevillanas hasta que salimos a la Plaza.
Fotografía que nos tomó Jacqueline en la reunión que cito (Archivo del autor - abril 1964)
Jacqueline, que quería empaparse como una
esponja de todo lo calañés, se quedó admirando a Gonzalo con la guitarra. Yo me
acurruqué en cuclillas apoyado en la pared al lado del guitarrero y traté de
entrar con un fandango. Gonzalo me dijo ¡¡espera!! y me tuve que achantar y esperar. Cuando se cansó de hacerle falsetas por
fandangos a la francesa, me dijo ¡¡ahora!! Yo canté mi fandango y seguimos la fiesta
cada uno a lo nuestro. Entonces nuestra relación era de simples conocidos del pueblo.
De la francesa me contó Gonzalo una vivencia
con ella y con Benito Ramírez. Los dos se llevaron a la francesa un día a cazar con red
pajarillos, su otra afición. Les entró un bando muy grande y la francesa daba
saltos de alegría, hasta que vio como Benito les pegaba el chocazo contra el
suelo. Eso a Jacqueline no le gustó nada. Hubo que explicarle que el
objetivo era cazarlos para luego comérselos y para eso primero había que
matarlos. Así que dejaron de matarlos y los soltaron.
Otra anécdota que me contó sobre la caza, fue que estando en plena faena apareció la Guardia Civil, todos corrieron y alguno le tiró a Gonzalo las muletas detrás de una tapia. Luego le explicaron "total como a ti te iban a coger igual..." Un tanto crueles si que somos. Gonzalo se carcajeó del asunto.
José María Martín Infante, nació en Paymogo (Huelva) el día 9 de abril de 1914 y murió en Madrid el 28 de octubre de 1965.
Fue conocido como El Moreno de
Paymogo. En Calañas, algunos también lo nombraban como José Mª el paymoguero.
Este hombre, entonces cantaor no profesional, venía a Calañas a hacer su labor (sobre todo de herraduras para las caballerías) y de paso, buscaba alguna buena reunión de fandangos, para acompañar sus ganancias de forjador.
Ya en 1956, José María, ganó un premio muy
importante, el 3er. premio en la sección de soleares, del 1er.
Concurso Nacional de Flamenco de Córdoba (concurso que sigue celebrándose a día de hoy cada tres años)
Foto de grupo del 1er concurso de Córdoba. Agachado, el 1º por la izquierda en la imagen, El Moreno de Paymogo. En el centro, de pie, un Fosforito muy joven que arrasó en ese concurso. Ganó los cuatro primeros premios de cada una de las secciones que componían el concurso. En la foto muchos personajes conocidos del mundo flamenco. Además de a Fosforito, Gonzalo admiraba a Antonio Mairena y creía que era el mejor cantaor de la época, en lo que discrepábamos. Yo creía que era un cantaor “mu frío” y prefería la impronta y el rajo de Manolo Caracol, que además tampoco andaba escaso de conocimiento. Pero aquí hay que aplicar el refrán de “sobre gustos…”
Pero el primero que acompañó al Moreno de Paymogo en sus venidas a Calañas fue el abuelo de Gonzalo, el alosnero Manuel Vázquez Estévez, Tío Manuel el Colorao
Yo le contaba a Gonzalo, que mis tíos, David y Eloy, muchas veces echaban mano del Colorao cuando entraban en juerga. Mi tío David me contaba que un año que vino a Calañas un hermano de Catalina Mení, Domingo, que era médico anestesista en Madrid en el Hospital Gregorio Marañón (antes Francisco Franco) y que venía con muchas ganas de fandangueo, no pudieron negarse a salir con él y eso que mi tío Eloy andaba ya, el hombre, un poco regular. Fueron a buscar a tío Manuel y se tiraron de juerga 3 días.
Allá por el año 58, mi familia se trasladó a San Juan del Puerto y un año después a Huelva capital. 14 años me contemplaban y justo antes de cumplir los 18 yo me trasladé a Madrid por motivos laborales. Distancié mis visitas a Calañas y fue una etapa en la que mi contacto con Gonzalo se redujo a la mínima expresión, si es que hubo alguno. Con el que si me topé en Madrid fue con Benito, el hermano de Gonzalo, que trabajaba enfrente de donde yo lo hacía. Me acompañó un día a ver si le compraba una guitarra a un compañero mío, transacción que al final no se llevó a cabo.
Yo volvía cada año una o un par de veces, pero siempre con días contados.
Algún tiempo después, y yo ya con responsabilidades de padre de familia, un verano de esos se convocó un concurso de fandangos en Paymogo que se celebró en el castillo de esa localidad (aprox. año 76 o 77) Allí me encontré a Gonzalo que había sido nombrado vocal del jurado del concurso. Vélez lo acompañaba. Cantó una muchachita de Calañas, de la que siento no recordar su nombre. Gonzalo no podía acompañarla por ser miembro del jurado y actuó nerviosísima, aunque cantaba bastante bien. No se clasificó.
Otro verano recuerdo a Gonzalo, en otro Concurso de Fandangos también como miembro del Jurado. Este se celebró en nuestro pueblo, en el desaparecido cine de verano.
Ganó el 1er. Premio Manolo Castilla,
conocido cantaor no profesional de la Peña de Huelva, con el fandango que denominaban cómo Valiente
de Huelva, pero que ahora se ha investigado y, puede, sólo puede, que sea el estilo que
prodigaba Rojitas de Isla Cristina.
Fandango Valiente de Huelva. Manolo Castilla. Guit. Manolo Sierra. Grabado en "Huelva... Fandangos, canta la Peña Flamenca" (Columbia, 1978)
Ese premio fue concedido, no sin polémica por parte del 2º clasificado Juan Pérez Mora, de San Juan del Puerto, que creía merecer el primero y no recogió su premio. Dos gallos en un mismo gallinero no hacen buenas migas.
Fandangos de Juan Pérez Mora en el Gran Teatro de Huelva. Grabación recogida por la Historia Antológica del Fandango de Huelva (Volumen: Huelva - II) Estilo de Paco Isidro.
Se iniciaba también la primera etapa de la Peña Flamenca de Calañas, la que se situaba en el Real justo enfrente del cine de verano, y en cuya creación mucho tuvo que ver Gonzalo.
Pero hasta ese momento, Gonzalo se había sacado su bachiller, su oposición, su puesto de trabajo en la capital y, sobre todo, se había casado. Con una excelente persona, Mari, que me acoge en su casa cada vez que toco el timbre, lo mismo que su hijo José Nicolás.
Yo mientras tanto, me había ido a Madrid, estuve trabajando, me fui a la mili, cambié de trabajo y también me casé. Y siguieron los avatares de la vida cada uno por su lado, hasta que yo empecé a venir cada año, casi siempre, a la Llevada de la Virgen.
Y cada año, en Sotiel, yo iba a ver a Gonzalo en su reunión, casi siempre en los soportales por detrás de la entrada a la ermita, que normalmente era con su concuñado Manolo Vélez, el maestro Vélez, con su primo, también Gonzalo, el hijo del Chico Madrid, que era amigo mío y de mi quinta, con Paco Cruzado, Paco Calleja, Emilio Caro, y algún íntimo más. Ya habíamos iniciado nuestras conversaciones sobre flamenco.
Uno de esos años me dijo que estaba estudiando el palo de la malagueña y que no encontraba una grabación de una Malagueña de La Trini que había grabado Fosforito (Antonio Fernández)
Desde entonces, el acercamiento fue mucho mayor y en mi siguiente visita, yo quedé con Gonzalo, nos vimos un Domingo de Procesión, en acercarme hasta la Peña El Higueral el siguiente martes, día de las reuniones de cabales en esa peña, para echar un rato.
Y echamos el rato, ya lo creo. Venían
conmigo, se habían enterado por mí del asunto, Pepe Sánchez, Bigote, y el
ya desaparecido y recordado Ángel Palomo. Pepe no hacía más que preguntarme ¿tu
estás seguro de que va a venir Gonzalo? Llegamos a El Higueral y los de la
Peña también se extrañaron un poco de que esperásemos a Gonzalo. Acudía sólo
de cuando en cuando, algún que otro martes. Y ese martes no había avisado que iba a ir.
Pero Gonzalo llegó, como me había prometido.
La reunión se calentó, y bien. Recuerdo unas Soleares de Triana de Gonzalo, qué olééé. Pepe “Azuaga” Alejandre hizo una entrada por siguiriyas que prometían y cuando iba a empezar el primer tercio se adelantó un muchacho joven, que luego se disculpó con Pepe por entrar al cante de esa forma, que qué cañón de voz. Le recordé a Gonzalo un día esta anécdota, y me dijo que creía que era un Toscano, muy buen cantaor, pero que le daba jindama cantar en público, y sólo lo hacía en momentos así en la Peña. ¡Qué siguiriya! ¡Todo sentimiento!
Ya nos íbamos, y ya de pie, dijo Alejandre “pon la cejilla en el 5” y cantó un pedazo de fandango. Y dijo entre dientes Gonzalo “ahora se va a enterar” y le pusieron la cejilla en el 7. Otro pedazo de fandango. Los dos al límite. Pepe bigote se había marchado antes. Palomo no se creía lo que estaba viviendo. Yo tampoco.
¡¡Qué buen rato, qué buen rato!!
Otro rato que recuerdo con nitidez, este ya mucho más reciente, fue una tarde-noche, en una de mis visitas a Calañas, que fui, como siempre, a ver a Gonzalo. Al momento de estar allí entró, con su mujer, Paco Calleja. La mujer se fue con Mari y nos dejaron solos a los tres. Gonzalo le dijo a Paco “saca la guitarra, esa que está encima de la cama”
¡Qué momento! Cogió la guitarra Paco y entró Gonzalo por malagueñas. No recuerdo si hizo alguna de La Trini, pero todos los estilos que tocó los bordó. Después cantó unas soleares de Alcalá, y yo le pedí que dijera alguna de Triana. Me hizo unas de la Cava Alta (la de los alfareros, Plaza del Zurraque) primero la de Antonio el Arenero y después la de Manuel Márquez el Zapatero. Y sobre todo esta última… fue impresionante. Me comentó Gonzalo que este último le gustaba mucho más que el Arenero. Y se le notó en esa interpretación.
Sirva este escrito de humilde reconocimiento a un hombre al que le tenemos en Calañas un respeto y un aprecio especial. Es el mismo respeto y aprecio, en forma de amistad, que yo le profeso. ¡¡Va por ti, amigo Gonzalo!!
En la siguiente entrega trataremos de ALGUNAS DE SUS ACTUACIONES y varios apuntes más.
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Familia Clavero
Sebastián Pérez
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