Raul Bravo tuvo que abandonar Calañas cuando solo tenía 10 años, aunque fue tiempo suficiente para seguir anhelando y sintiéndose parte de una tierra que sigue marcando su presente. Ese amor por su pueblo y los aromas de este, que no deja de recrear en su mente, despertaron una constante necesidad en expresar toda esa nostalgia mediante las riendas del flamenco; concretamente en palos tradicionales de nuestra provincia como es el fandango.
Allí en Almería, donde reside y donde este palo no goza de la popularidad que tiene en estas tierras, Raul bebe de la esencia de grandes nombres como Toronjo, El Cabrero, o nuestro irrepetible Gonzalo Clavero. Los fandangos se convierten en puente virtual a sus raíces y a sus sentimientos más puros y verdaderos, que le llevan a cantar y a componer, adentrándose poco a poco en el árbol flamenco, con incursiones en otros palos como los tientos, solea, peteneras...
Hoy le dedicamos esta entrevista, para conocer un poco más de un calañés al que la distancia solo le ha hecho ser más consciente y orgulloso de sus raíces, y que encontró en el flamenco un aliado para traducir con quejios toda esa añoranza.
¿Cuando te fuiste de Calañas y que fue lo que más te costó dejar aquí?
Me fui de Calañas en el año 2000, cuando apenas tenia 10 años, y no fue nada fácil.
Lo que más me costó dejar fue prácticamente todo. Yo era un niño cuado me fui, pero soy y seguiré siempre siendo calañés; esta tierra se me grabó, y es así como me considero y digo allá por donde voy. Aquí vengo cuando puedo, y me gustaría volver aquí definitivamente, porque siento que esta es mi tierra.
¿Cómo aprendiste el cante flamenco y cuáles son tus referencias y tus palos preferidos?
Mis cantaores favoritos son el Cabrero y Paco Toronjo. Han sido dos referencias de las que he aprendido, y donde he sacado mi inspiración, parte de mi música y mis letras. Aunque aquí en Calañas tenemos una gran eminencia que admiro también, como es el maestro Gonzalo Clavero.
Mis palos preferidos, que son los que canto porque son lo que siento verdaderamente, son los fandangos, la solea, peteneras, tientos... Los cantes "apretaos", como yo los defino, que son los que llevo en mi repertorio.
¿De dónde viene la inspiración en "Que sepas flamenca mía"?
Es una balada flamenca que se basa en una historia real que me contaba mi madre, de un minero calañés que estaba muy enamorado de su mujer, y que antes de irse a la mina, se agarraba a ella de la mano en la cama y no se iba hasta que no la dejaba dormida. Fue algo que me inspiró mucho, hasta el punto de llevarlo al sentido flamenco con el que he querido darle forma en esta canción.
¿En qué lugares has actuado recientemente?
Este verano a pesar parón del covid que ha afectado tanto al sector, he podido al menos cantar en Granada un par de veces, en Almería, Málaga y El Ejido. Para mí no está nada mal, ya que se trata de una afición, y es así como me considero, como un aficionado, no como un cantaor, pero lo hago porque me llena de vida.
¿Tienes pensado volver a Calañas? ¿Que es lo que más te gusta del pueblo?
A ver... como dice la letra "Aunque me voy no me voy". Yo me fuí de Calañas a vivir a otro sitio, pero en realidad nunca me he ido. Aquí en Almería tengo mi mujer, mi trabajo, y una vida cómoda, pero mi corazón sigue en Calañas. Claro que me encantaría volver, pero las circunstancias son otras y ahora mismo tengo mi vida fuera de aquí. Mi deseo sería volver, y de hecho si por el trabajo no lo hago, tengo claro que mi jubilación y mi última etapa tienen que ser en Calañas.
Son mis raices y las tengo siempre presentes. Lo que más me gusta de Calañas no es nada en concreto, son muchas cosas. Me encanta la sierra, el olor a jara, romero, tomillo y encina. Yo cuando entro por la Palma del Condado y entro en el Andévalo me siento como un pez dentro del agua, y cuando me voy me pasa al contrario, es como si me quitaran el agua.
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