La Llevada fue el colofón de los días más hermosos de
Calañas. La Virgen de la Coronada volvió a su ermita de Sotiel tras pasar dos semanas en
Calañas. La Llevada, llena de romeros, sin duda, muchos de ellos aprovechado el
disfrute de este fin de semana de puente, trascurrió alegre y multitudinaria,
sin ningún percance significativo, salvo la lluvia, que aunque estuvo poco
tiempo, llegó en el peor momento, y deslució un poco la entrada de la Virgen en
su ermita.
El camino estuvo impecable, alegría, fiesta, devoción y
tradición, todo en ese coctel maravilloso que es el camino de vuelta, sin mucha
presencia de agente de seguridad, aunque los pocos efectivos demostraron que
con su buen hacer, y la complicidad de hermandad y romeros, no es necesario más,
como se pudo ver en los resultados finales.
La Virgen fue bien
llevada por capataces jóvenes, pero conocedores de la responsabilidad que tenían
entre manos. Tras dejar a la Coronada y tras una despedida emocionante e intima
de la hermandad en la ermita. La romería se trasladó a la Venta, que esperaba a
los romeros con más barro del deseado.
Desde allí una entrada en el pueblo
casi infinita por la cantidad de miembros en la comitiva, donde la hermandad en la puerta de la iglesia, disfrutó de ver
pasar, a elegantes jinetes con hermosos caballos , y a guapas amazonas con
garbo y tronío, a intrépidos borriquillos, a la belleza de carrozas y manolas,
a los espectaculares mulos del Calvario, a un sin fin de plataformas y
tractores llenos de alegría, por que si bien la Llevada es el día más triste de
los que la Virgen pasa en Calañas, es, sin duda, uno de los más alegre del
resto el año.
La hermanad puede
darse por satisfecha en su primera romería, y aunque es imposible satisfacer en
todo, a todo el mundo, el balance de estas fiestas ha sido positivo, ellos
mejor que nadie lo saben y ahora a seguir luchando para que el año que viene la
romería sea un poquito mejor, o al menos, como esta.
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