Por José Manuel Puente
Diego Cerrejón Palacios es un calañés de 83 años de edad, de profesión profesor mercantil, que actualmente se encuentra jubilado; que lleva casi toda su vida dedicado a la perdiz. Siendo un gran aficionado y entendido de esta maravillosa modalidad de caza, como es el “puesto” de la perdiz con reclamo.
Diego - ¿De dónde te viene esta afición por la perdiz con reclamo? y ¿a qué edad empezaste?
Hay que decir que en mi época primera de perdigonero, esta modalidad de caza la practicábamos unos pocos aficionados. En Calañas, éramos unos diez o doce. El campo y su tiempo eran muy distintos a los de ahora. Abundaba la caza y no había casi cotos, recorríamos y conocíamos todo el término. Saber los lugares y sitios más querenciosos de las perdices, y que año tras año volvíamos al mismo lugar, y nunca repetíamos el puesto, durante un mismo celo; y esto te permitía cazar el perdigón en su verdadera esencia.
Mi afición me viene de mi abuelo Diego, gran aficionado a la caza y al perdigón, él fue quién me metió el gusanillo y quién me sacó al campo a dar mis primeras salidas. Fue a partir de los 17 años, en 1949, cuando una vez finalizada la carrera, y antes de opositar (no se podía hasta tener 20 años) a Técnico de Hacienda, cuando realmente empecé. Estos tres años fueron mis inicios, y gracias también a un gran pájaro, comprado por mi padre en la Zarza, quién definitivamente me enganchó a esta apasionante caza.
Mi afición me viene de mi abuelo Diego, gran aficionado a la caza y al perdigón, él fue quién me metió el gusanillo y quién me sacó al campo a dar mis primeras salidas. Fue a partir de los 17 años, en 1949, cuando una vez finalizada la carrera, y antes de opositar (no se podía hasta tener 20 años) a Técnico de Hacienda, cuando realmente empecé. Estos tres años fueron mis inicios, y gracias también a un gran pájaro, comprado por mi padre en la Zarza, quién definitivamente me enganchó a esta apasionante caza.
¿Cómo fue tu primer puesto? ¿Te acuerdas dónde lo diste?
Anteriormente, con mi abuelo me cuesta recordar… Pero ya con diecisiete años, mi primer puesto fue en “El Pocito”. Me llevó mi tío carnal, también gran aficionado; me enseñó el arte de hacer aguardos de jaras, y como hacer la tronera para apoyar bien la escopeta, de empezar de abajo hacia arriba y tapando muy bien las zonas más bajas. Ese día, al alba, puesto que siempre me ha gustado por su embrujo y el amanecer en el campo, tuve la fortuna de tirarle cinco pájaros al “Zarceño”, a pesar de la lluvia que caía y de acabar bien mojado.
¿Te gusta otra modalidad de caza?
Si, de joven, la caza de conejos con perros, buenos podencos y grandes amigos: Blasito, el Cajero Sebastián, Pepe Soltero, Pepe Cruz, Juanillo Gómez y Diego el Carnicero, nos llamábamos “la sección cartucho”. Con buenas piernas, mejores perros y abundante caza, siempre venían llenas las mochilas.
¿Qué opinas de los reclamos de granja?
De los pájaros de granja, poco sé. Pues los pocos que he tenido no me han convencido nada, ni su cante repetitivo y cansino, ni su duración, ni tampoco me convencieron en el tanto y su comportamiento en el campo; y con las “campesinas” en plaza menos.
¿Qué te parece la suelta de perdices de granja en los cotos, donde se practica esta modalidad?
La suelta de perdices de granja es un negocio más de estos tiempos. Mi opinión es que se prostituye y se vicia esta modalidad. Muchos quieren cazar el perdigón, a cualquier precio. Y donde, lo que parece, únicamente importa es la cantidad de perdices que matas. Eso no es la verdadera caza del perdigón, esta modalidad exige un gran conocimiento de lo que se hace, aquí no importa cuánto sino como, y por supuesto es el reclamo el verdadero protagonista y no quién dispara, en fin esto nos llevaría más tiempo… Seguramente es menos rentable dedicar el esfuerzo, y el dinero en gestionar y cuidar la poca perdiz brava autóctona de nuestros cotos.
Dime según tu experiencia, ¿Por qué se estropea un pájaro?
Se supone que partimos primero de un pájaro que tiene o presentimos que tiene unas ciertas cualidades. Se estropea normalmente en sus primeros celos, en sus primeras salidas y por muchos motivos. Normalmente la falta de experiencia, la falta de paciencia y el desconocimiento del comportamiento de la perdiz, por parte del aficionado, es la causa principal de que se estropee un reclamo. Las primeras salidas de los pollos al campo son cruciales para el devenir futuro del perdigón, la elección del puesto, la hora y que sepamos que va a escuchar campo casi seguro, es fundamental; si repetimos puestos, una y otra vez sin oída, será motivo para que vaya apareciendo el “mutismo”. También es muy importante el primer tiro, que sea en su sitio, recibiendo y en el tiempo preciso de la perdiz en plaza, ni poco ni mucho. Y por supuesto el disparo debe dejar la perdiz muerta inmóvil, el aleteo o el fallo, será motivo suficiente para resabiar el pájaro. Los miedos provocados por la aparición en plaza de alimañas, perros etc… son causas también de estropeos de reclamos. No obstante, y como grandes excepciones, hay reclamos excelentes, que vienen ya desde el huevo, y que no les altera nada. Tuve un pollo “Molina” que en su primer celo se le tiró un águila al tanto, en un puesto de mañana, arrancándole incluso plumas del pecho. Me levanté, lo acaricié y me cambié a otro aguardo, tirándole después un “par”; efectivamente, fue un gran pájaro.
¿Le pones nombres a tus reclamos?
Siempre le he puesto apodos a los reclamos, es una manera de identificarlos y también de llamarlos. Su procedencia, su vendedor, su semblante…, son la base para ponerles los nombres: “el Zarceño”, “el Currito”, “Molina”, “Montesino”, “Rivera”, “Gamberro”…
Como es natural en tu dilatada vida de perdigonero ¿habrás tenido algún que otro pájaro bueno? ¿Cuéntame un lance inolvidable de este pájaro y como se llamaba?
He tenido, la fortuna y supongo que también habrá influido el buen hacer, unos cuantos, y muy buenos reclamos. Pero sin duda, el mejor reclamo, con diferencia que he tenido, fue “el currito”. Me duró quince celos, no falló nunca, no se alteraba por nada, con la misma postura empezaba, sin inmutarse, y así acababa, hasta el final del celo. Tenía unas condiciones privilegiadas para el cante, con una variedad digna de admirar, extraordinario en el reclameo, con más de quince golpes sincronizados seguidos, con escuchas y calladas, dominaba el arte del titeo, cañamoneo… Piñoneo metálico, un recibo de buche, y en una postura alta, sin mover una pluma en la jaula. Y lo de meter en plaza la perdiz viuda y resabiada era un espectáculo… Evidentemente eran otros tiempos, pero entenderás que a un pájaro que en su vida se le tiraron más de mil tiros, solo le faltaba que hablara conmigo.
Los puestos inolvidables, fueron muchísimos, se me vienen ahora algunos: como el puesto del “zahurzón” en “Camacho” donde me quedé sin cartuchos con siete perdices tiro a tiro. O el aguardo de tarde de la “Tallisca” donde le tiré seis hembras y un macho, las hembras eran su pasión; lo compré en la Zarza, en su segundo celo, al carpintero Juan Manuel Pinto. Fueron momentos inolvidables y que siguen todavía hoy vivos, en mis recuerdos.
¿Qué puesto es el que prefieres para colgar el pájaro? Y ¿por qué?
Si te refieres al tipo, hoy con los portátiles… Prefiero los aguardos de piedra y los hechos con jaras y monte. Te permiten escuchar y estar en contacto más directo con el campo, en fin… Si te refieres en que momento del día: al alba, de mañana o de tarde. Todos tienen su encanto y sus momentos. El de alba, es especial, el entrar de noche en el puesto y ver amanecer, con el campo despertando y cantando, es apasionante. El de mañana, nueve y media en adelante, considero que es el momento mejor, una vez comido las perdices del campo, para entrar en dialogo y batalla. Y el de tarde, quizás ha sido el que más he colgado el pájaro, porque el trabajo era cuando me lo permitía y también he disfrutado mucho de estos aguardos, al caer la tarde.
¿Qué es lo que más te enamora de esta modalidad?
Lo que más me gusta y me emociona de esta caza, es el contacto tan directo con la naturaleza; en la ocultación y mimetismo, todo se ve, se escucha y sientes. La oída de las perdices del campo, su devenir en el aguardo y su entrada en plaza es motivo suficiente para que el corazón se te salga de emoción y alegría. Supongo que es lo que se siente en esos momentos que se hacen eternos…
¿Qué le dirías a esa gente, muchos cazadores que critican la caza de la perdiz con reclamo?
Bueno siempre argumentan que se matan muchas perdices, aquellos que practicamos esta afición sabemos que se matan y se hieren muchísimas más al salto, o en otras modalidades de caza. El desconocimiento del hecho mismo y no haber experimentado la emoción que se siente con el trabajo de un buen reclamo, que son, como decía al principio, los únicos protagonistas; no apreciar las dificultades y los entresijos de esta ancestral y maravillosa modalidad de caza, seguramente son los causantes de estas críticas.
Muchas gracias Diego por atenderme y por ayudarnos a conocer un poco más a esta ancestral y maravillosa modalidad de caza.
Gracias a ti José Manuel Puente y al Morante.es por darme la oportunidad de hablar de mi afición preferida.
Felicidades por la entrevista!.
ResponderEliminarSabiduría y pasión en cada renglón. Todo
un ejemplo de lo que debe ser la relación del hombre con la Naturaleza....respeto, lealtad, paciencia, humildad, autenticidad...virtudes todas ellas que describen a ese gran cazador.
Gran entrevista! Gracias Diego por esas pinceladas de sabiduria en el arte de la caza de la perdiz con reclamo
ResponderEliminarYo siempre estuve atento a sus recomendaciones,gran conocedor de esta modalidad de caza. Me ha gustado la entrevista
ResponderEliminarRecuerdo cuando iba a los puestos con mi padre, mi madrina, mi marido...
ResponderEliminar¡Qué bonito¡ ¡Qué bonito¡
Chapó por mi primo Diego.
D.Conde