Por José Marïa Ortega
Ya está aquí septiembre y parece que el Verano empieza a despedirse, pero sólo parece. Los que no somos muy amantes del estío comenzamos a atisbar los primeros destellos del Otoño, pero está claro que o mucho cambia la rutina meteorológica de estos últimos años, o la estación de las hojas secas no llegará hasta finales de octubre.
El Verano se ha apropiado de mayo y de octubre, ya hablar de estaciones es un poco el romanticismo de antaño, la Primavera y el Otoño ya hace mucho que no duran tres meses, ahora estas dos estaciones apenas si duran quince días ya, sólo hay dos estaciones, la seca y la de lluvias, o la del frío y la del calor, separadas por una transición que apenas si dura un par de semanas, el cambio climático puro y duro, seis meses de Verano, donde los cuarenta grados cada vez aparecen en el termómetro más días y seis de Invierno con lluvias torrenciales, nieblas que duran una semana y hasta tornados.
Pero a lo que iba, el Verano se va, una estación que es para poderla disfrutar, aunque es cierto que con los calores que han hecho, la única manera de recrearse en él, era metido en el agua, el Verano en el Andévalo es severo, y salvo las vacaciones, quien las tenga, lo largo de los días y las terrazas de los bares, pocos más encantos tiene, aunque quizás con esos encantos sea suficiente. Pero soy de la opinión que es más fácil disfrutar de la vida andevaleña en Invierno, el frío no es tan extremo, por desgracia cada vez llueve menos días y el Sol calienta las muchas tardes invernales , así es más cómodo sentir sus encantos, su magia, su paz, aunque claro, esto es más que discutible.
Aunque para bien de unos, yo me incluyo, y mal de otros, lo que es irremédiale es que, septiembre ya está aquí.
Imágenes: José Marïa Ortega
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