Por José María Ortega.
Justo cuando se llegaba a la cruz de Javier comenzaron a verse las pavesas, y el olor a quemado empezó a intensificarse, una vez acabado el rezo y nada más que la Virgen volvió al carril izquierdo empezó a verse el humo y las llamas.
Alejandro Jaén profesional de la lucha contra incendios, se lanzó sin pensárselo cabezo arriba sorteando la abrupta maleza de jaras y abulagas, detrás de él Manuel Barrero y Juan Antonio Santos se lanzaron a contener el fuego que cada vez se hacía más intenso. Mientras, las fuerzas del orden conseguían en la carretera, juntar dos extintores, uno de ellos los cogió Manuel González que como un rayo subió el cabezo hasta donde brotaban las llamas, y él con un extintor y Alejandro con el otro, consiguieron aplacar las llamas que amenazantes comenzaban a alcanzar alturas considerables, los otros dos valientes los miraban atentos, pendientes de que no sucediera cualquier percance.
Las llamas quedaron reducidas a cenizas y los bomberos, que llegaron más tarde, sólo tuvieron que enfriar la zona, para prevenir que volvieran a brotar las llamas. Gracias a ellos, el fuego se aplacó antes de que se convirtiera en un desastre medioambiental, y en algo que podría haber estropeado el día de fiesta. Realmente no sabemos que provocó el fuego, pero si sabemos quienes lo mitigaron.
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