Por José María Ortega.
La mañana primaveral era perfecta para dar mi segundo paseo, midiendo a forma de curiosidad, las distancias que separan los diferentes lugares de Calañas. Esta vez arranqué desde la Tasca de Alonso, dirección al gimnasio o la piscina, o polideportivo, como prefieran.
Los primeros efluvios de la Primavera son preciosos, los cercados que me rodeaban por el camino, ya se llenaron de ese verde primavera inconfundible, era un verdadero deleite ver a los jilgueros, posarse sobre los cardos de tonos liliáceos entre la luz rasante de la mañana. Envuelto en ese precioso paisaje el camino se me pasó en un segundo, de la Tasca a la piscina 1.100 metros. Una vez allí decidí medir la distancia que debería recorrer alguien, que viviese en la casa más cercana a la fuente León, que en ese momento, me pareció la casa más alejada del gimnasio y claro está que esa persona, tuviese la intención de venir andando.
Pues así que no me lo pensé, directo a la rotonda, y después al molino viento y por la C-30 hasta llegar justo antes del cabecillo, y después cuesta bajo hasta la misma carretera, 2.130 metros, ¡vamos! Que con ir y venir andando no necesitaba ni apuntarse al gimnasio para estar en forma. Una vez allí me acerqué a la fuente León y me lavé la cara con aquel agua ancestral. Mi siguiente recorrido era medir la distancia, que debería recorrer alguien que viniese por agua a esta fuente, y viviese en la urbanización que está frente al instituto Diego Macias, en la casa más al sur. Pues a andar, el camino es relativamente recto, primero intenté saludar a Juan José pero no estaba en el polvero, después pasé frente al colegio San José de Calasanz, hoy me dan las notas de mi hija, no he dormido en toda la noche pensando que le haya quedado alguna.
Después pasé por el bar Parada, Paseo nuevo y directo al colegio, hasta el mismo regajo de la Robardea, que es donde está la casa más al sur, 1.550 metros. Estando allí lo tuve claro ¿Y si le gusta más el agua de la fuente García? Así que a la fuente García me encaminé, decidí pasar por la plaza, puesto que creo es el camino más corto. En el Pilar Juan Lucas tenia boquiabiertos a sus clientes contándoles alguna peripecia, sentado en la puerta que da a la calle la Fuente. Cuando te acercas al centro se ve más movimiento de personas, el pueblo ahí si tiene vida. Ingrid no me vio pasar absorta en su ordenador y nuestra alcaldesa, disfrutaba de su momento de descanso, en la puerta del Correa mientras hablaba en un corrillo de mujeres. Junto al callejón del Sastre, Eulogio andaba de martillo y cincel, él no estaba disfrutando tanto de la mañana. Me dio no sé que cuando vi lo que fue el cine de invierno, lo que es ahora y sigue con las puertas cerradas.
Cuando pasé por la puerta del matadero, me acorde que tengo que ir a ver a la pequeña Belén, y ya por fin llegué a la fuente García, 1.790 metros, ¡como para volver cargado con dos garrafas de 25 litros! Y hasta aquí mi expedición pero claro, quedaba volver a casa, en el matadero, de vuelta, saludé a Juanma y ya después en su puerta, saludé al Mollete. Fin de la travesía, 7.710 metros y a pelarme a casa de Mari.
Os dejo, a forma de posdata, otros datos.
De la puerta de Pepa la gitana al instituto Diego Macías hay 1500 metros. De la fuente García a la Tasca de Alonso 1000 metros. La Fuente León tiene 11 escalones y la García 13. Dar una vuelta por el pueblo, intentando ir siempre lo más próximo a su perímetro urbanizado, sin dejar el asfalto y sin pasar dos veces por el mismo sitio es, de unos 3.300 metros.
Ya os contaré más cosas cuando se me pasen las agujetas.
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